Tiene su encanto caminar por una ciudad en verano, bajo un sol amigable, con sandalias plateadas, planas, sintiendo casi la calidez del pavimento. La temperatura es tibia y suave y paseando de este modo, se puede estar libre de palabras vacías o hirientes, de náuseas. Lejos de fantasmas, se disfruta un momento de singular belleza.
lunes, 17 de agosto de 2009
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