viernes, 27 de marzo de 2009

Bajo la jacaranda


Dejé de leer y tomar el sol ( que incrementa pecas y manchas) para contemplar la jacaranda. Después me tumbé sobre el pasto, debajo de ella, para ver el cielo a través de sus ramas. Una suave brisita mecía sus flores. Era un instante pacífico, era un placer sencillo contemplar así la naturaleza. Y aunque pueda dañar la piel, el sol también es curativo y saludable para cuerpo y alma. Ese momento fue un regalo primaveral que fortaleció mi ánimo.

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