domingo, 7 de febrero de 2010

Azul... y naranja, siempre.

No sé cómo consolarte. No sé cómo manejar estas pérdidas, pequeñas tal vez para ojos extraños, pero punzantes y dolorosas. Tus lágrimas, de flama que será estrella, se contagian... y sollozo contigo.
Siempre estará ahí ese lago como espejo, con su aroma de pinos y el susurro de patos negros. Y su música, que alimenta el corazón.


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