Yo me he asomado a las profundas simas
de la tierra y del cielo
y les he visto el fin con los ojos
o con el pensamiento.
Mas, ¡ay! de un corazón llegué al abismo,
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!
Gustavo Adolfo Bécquer.
En una tarde bella y luminosa
viernes, 5 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El hondo abismo de un corazon...
ResponderEliminarme hace pensar en lo complicado que es entender un corazon, aveces el propio.
gracias por compartir...
jj
Gracias por la visita.
ResponderEliminarSí, también el propio corazón tiene abismos...