domingo, 28 de junio de 2009

Habitando el silencio

"Escúchate ... escribe sólo lo que te ayude a habitarte"

Lo dijo un poeta.

jueves, 25 de junio de 2009

Recuerdo radiante


En medio de la noche, pesadillas angustiantes que hacían referencia a momentos sórdidos, miedos e inseguridades, impedían el descanso, el verdadero sueño reparador, perseguida por letras y textos en tinta roja sobre papel barato. De pronto, un llanto interrumpió semejantes sueños, y supuso un gran alivio, un respiro... sus ojos , como dos piedras oscuras, eran visibles aún en la noche. Ojos inteligentes y penetrantes, y no por ello menos tiernos.
Ella era fuerte, siempre tan fuerte.

Años después, su compañía y ayuda invaluables, su conversación reparadora siguieron siendo un bálsamo a las angustias de la vida contidiana.

(Para A, te lo debía.)

"Little flame"

Mi pequeña flama sigue creciendo en el bosque, crepita en el aire perfumado de pinos, al arrullo de agua dulce. Sus llamas continuarán subiendo hasta brillar en el cielo.

lunes, 22 de junio de 2009

"Deixa que nesa copa..."

Rosalía de Castro

Deja que en esa copa en donde bebes
dulzuras de la vida
una gota de hiel, una tan sólo,
mi dolorido corazón exprima.

Comprenderás entonces
cómo ablanda el dolor la piedra fría ,
aunque ablandar no pueda
almas de hierro y pechos homicidas.

martes, 16 de junio de 2009

A un olmo seco

Antonio Machado

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

(Gracias, JM).


lunes, 15 de junio de 2009

"¿Mi corazón se ha dormido?"

¿ Mi corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombras llenos?
No, mi corazón no duerme.
Está despierto., despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos y escucha
a orillas del gran silencio.

Antonio Machado. Siempre genial

jueves, 11 de junio de 2009

Corazón como piedra

"Nada se compara a la dureza del corazón de un hombre"

Dices que tienes corazón,
y solo lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.

G.A. Bécquer

martes, 9 de junio de 2009

Guiño

A veces Dios envía un guiño que puede ser color turquesa...

El reflejo de Narciso

Narciso era un joven de gran belleza a quien todos admiraban. Pero él, lleno de vanidad y orgullo despreciaba y rechazaba a todos sus amantes, tanto mujeres como hombres. La ninfa Echo estaba perdidamente enamorada de él, y cuando Narciso la rechazó ella se consumió en su dolor hasta quedar transformada en una simple voz. Un muchacho a quien Narciso había despreciado del mismo modo, rezó a los dioses para pedirles que se amara a sí mismo sin descanso. La diosa Némesis escuchó sus ruegos e hizo que Narciso se parase a beber en un manantial en la cima del monte Helicon. Cuando vio su propia imagen reflejada en el agua se enamoró al instante de ella, pero no podía abrazarla porque cada vez que lo intentaba la imagen se desvanecía con el movimiento ondulante de las aguas. Incapaz de dejar de contemplarse, se quedó allí hasta que murió de hambre. .

viernes, 5 de junio de 2009

Abismo

Yo me he asomado a las profundas simas
de la tierra y del cielo
y les he visto el fin con los ojos
o con el pensamiento.

Mas, ¡ay! de un corazón llegué al abismo,
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!

Gustavo Adolfo Bécquer.

En una tarde bella y luminosa