jueves, 30 de abril de 2009

Otra evasión


Nadar por la noche y de preferencia a la luz de la luna, puede ser muy agradable. En una piscina cubierta y si fuera llueve o hace frío resulta muy satisfactorio, pero al aire libre y si la alberca está iluminada, es casi mágico. Depende de la temperatura externa, si la noche es tibia, considero que lo mejor es que el agua esté a 28 grados para nadar, aunque hay quien la prefiere aún más fresca. Tal vez es demasiado fría solo para remojarse, pero para hacer ejercicio es ideal. Resulta terapeútico sentir la resistencia del agua y estar rodeada de esa luz azul.
Y es mejor vivir el presente y no pensar en lo que nunca será. Hay que dejar ir, por más difícil que parezca, de manera suave, es como deslizarse en el agua por la noche.


Ah, y la cerveza con el sol solo aclara los mechones de aquellos con tendencias rubias.

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