Como guarda el avaro su tesoro, guardaba mi dolor;
le quería probar que hay algo eterno
a la que eterno me juró su amor.
Mas hoy le llamo en vano
y oigo al tiempo que le agotó, decir:
“¡Ah, barro miserable,
eternamente no podrás ni aun sufrir!"
Gustavo Adolfo Bécquer
viernes, 20 de febrero de 2009
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